De vuelta al trabajo; re-planificando nuevos retos

El final del periodo estival representa el comienzo del curso escolar y el fin de las vacaciones –normalmente- más largas del año. El objetivo principal, al menos para mí, ha sido desconectar y recuperar el dinamismo, la ilusión y las fuerzas que inevitablemente van disminuyendo durante el intenso curso.

Además, es una ocasión genial para replantearse las actividades de cara al final del año. De hecho, parece que el mundo se para un poco y se pueden encontrar ciertos momentos en los que reflexionar sobre los retos tanto personales como profesionales. En alguna ocasión, he comentado en este blog que al final de cada año es conveniente diseñar un programa en el que se identifiquen los objetivos a cubrir a lo largo del año, incluso localizando en un calendario el esfuerzo necesario y cuándo está previsto realizarlo. Así, en verano se puede analizar lo conseguido respecto a lo planificado, de forma que si no se ha podido conseguir todo –lo más normal-, se puedan re-planificar y priorizar de nuevo las acciones que aporten más valor.

 

Prisma personal, prisma profesional, prisma desarrollo.

Básicamente podemos analizar las actividades a realizar desde tres puntos de vista, a saber: el personal, el profesional y el de desarrollo, en este caso tanto personal como profesional, basado fundamentalmente en la formación y el aumento de las habilidades necesarias para poder apoyar los dos primeros.

Así, para que las actividades de formación sean realmente efectivas, es necesario que éstas estén enmarcadas y alineadas en una estrategia global, de forma que cada uno de los cursos, charlas o cualquier acción que se pueda realizar, apunten hacia la mejora de algún aspecto que se haya identificado como clave previamente. Por ejemplo, si yo creo que mi desempeño profesional va ser mayor o voy a tener más oportunidades de promoción laboral o de mejora de puesto de trabajo, si aumento mi conocimiento en las metodologías ágiles de gestión de proyectos, mi objetivo sería identificar qué acciones o cursos debería realizar a lo largo del año. Pero no quedarme ahí, también debería plantear objetivos realistas de tiempo, y ¡hacerlo!.

El determinar un plan con fechas es fundamental, ya que si se analiza tanto la previsible carga de trabajo, con el tiempo que se debe dedicar a la familia y amigos –también para uno mismo-, se puede disponer de una idea más precisa de la factibilidad de realizar una determinada acción formativa con éxito, a la vez que también se puede identificar el sacrificio temporal que podría suponer. A partir de aquí, con un sencillo análisis de costo-beneficio, se dispondría de la información suficiente para tomar la decisión de realizar o no la actividad.

 

Una vez decidido, no se puede volver atrás…

Esta reflexión es muy importante, ya que hace que las decisiones que se tomen bajo este enfoque y que, sin duda, representarán una inversión de tiempo y dinero, tendrán más posibilidades de llevarse a cabo con éxito, ya que se ha valorado tanto el valor que aporta a la estrategia de crecimiento personal como el esfuerzo y sacrificio que necesita y conscientemente se ha decidido acometer. De la misma forma, establecer fechas concretas son de gran ayuda.

Esto es una aplicación de la gestión por objetivos o MBO (Management By Objectives) y es una forma de aplicar las metodologías y buenas prácticas de gestión de proyectos a uno mismo; disponer de un programa con las acciones anuales a realizar y además tratar cada una de ellas como proyectos. De forma que los beneficios que se obtienen de cada proyecto son los que harán que se cubran los objetivos del programa y que éste tenga éxito.

Por tanto, si quieres que este fin de año sea exitoso en términos de conseguir alcanzar objetivos formativos, primero planifica –o re-planifica- tu estrategia general e identifica las actividades concretas. Así como analiza tu entorno y si crees que es posible y factible, toma la decisión y sobre todo focalízate en el resultado.