Como gestionar riesgos más raros que un perro verde

Cuando pretendemos gestionar los riesgos de un proyecto, lo primero y fundamental es identificar a los que pueden afectar al mismo; no hay que olvidar que el mero hecho de su identificación reduce drásticamente la posibilidad de que se materialicen.

Pero la cuestión es hasta dónde llegar. Es decir, podemos ponernos a identificar riesgos y oportunidades y llegar hasta límites quizás poco prácticos; qué posibilidad tenemos de que nos caiga un meteorito. Pero esto no significa que no pueda ocurrir y por tanto, afectar grave o fatalmente a nuestro proyecto. Para ayudar en la resolución de este problema es fundamental, identificar los riesgos usando una sencilla técnica denominada el metalenguaje del riesgo. A través de la cual, todo riesgo tiene que ser definido a partir de una causa que puede producir por tanto un riesgo que tendrá un impacto en al menos uno de los objetivos del proyecto. De esta forma, sin una causa identificada previamente, no se podría identificar un riesgo.

Otra buena práctica a la hora de definir hasta dónde llegar, es más sencilla todavía; podemos dejar –de momento- de identificar riesgos, cuando el equipo y los participantes no son capaces de identificar más.

 

¿Qué hacer contra un cisne negro?.

De lo expuesto anteriormente y si seguimos los consejos indicados, corremos un riesgo ya que se nos pueden escapar los que se denominan los cisnes negros, es decir riesgos con muy poca probabilidad de ocurrencia, pero que si se materializan pueden tener un efecto desastroso para el proyecto. Y que además, las medidas preventivas que tendríamos que tomar serían tan costosas, que podrían hacer el proyecto inviable.

En 1912, Bertrand Russell planteaba un problema filosófico. En su libro Los problemas de la filosofía, exponía que un pollo que es alimentado cada día, supone que le seguirán alimentando todos los días, y nada le indica su fatal destino. De lo que deduce que las mayores desastres ocurren por sorpresa y por tanto, se deberían cuestionar muchas de las cosas que se dan por sentadas.

El concepto de cisne negro lo introdujo el escritor libanés Nassim Nicholas Taleb, y se basaba en la incapacidad de predecir el futuro –a partir del pasado-. Antes del siglo XVII se suponía que todos los cisnes eran blancos, hasta que se descubrió una raza de cisnes negros: lo que se pensaba que era imposible o irreal, de repente se transformó en algo real.

 

Más raro que un perro verde con corbata y zapatos.

La gestión de los riesgos raros pero con mucho impacto, como hemos dicho, es algo complejo, pero que preocupa y ocupa en todos los sectores y a todos los proyectos. Es muy interesante la lectura del artículo publicado en la BBC denominado Qué son los cisnes negros y otros peligros que amenazan a la economía mundial, fechado en enero de 2016 en el que se apuntaba el Brexit como uno de ellos… y está en vías de su materialización; ¡realmente ocurren!

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Desde el punto de vista práctico, este tipo de riesgos, y debido a su bajísima probabilidad, no entrarían en los baremos de severidad para que sean gestionados, lo que complica aún más su tratamiento. En primer lugar, hay que identificarlos y colocarlos en una lista especial; puede usarse la Watch list o Lista de revisión, donde de colocan los riesgos que no tienen una combinación de impacto y probabilidad representativa, pero identificándolos como “cisnes negros” explícitamente. También se puede generar una lista de prioridad de riesgos, pero sólo teniendo en cuenta el impacto. Además se deben establecer unos parámetros que permitan observar la posible evolución de dichos riesgos. Y finalmente, el aspecto clave es el monitorear y controlar periódicamente el estatus de cada uno de ellos, de forma que se puedan identificar señales o warnings que delaten un posible cambio.

Así, podemos concluir que los cisnes negros son amenazas –y oportunidades- que pese a ser muy improbables, ocurren alguna vez y que por tanto, se deben dedicar recursos a su gestión de forma que se puedan identificar lo más tempranamente posible. Y hay que estar preparados…