En estos días, los habitantes de las grandes ciudades Españolas, especialmente Madrid, están percibiendo, con no poca preocupación como «una boina gris» se les ha colocado encima. En realidad esto no es nada nuevo, tan sólo es que ahora se ve más.
De hecho, podríamos decir que en términos de contaminación ambiental, nuestro planeta todavía (y recalco el todavía) no está demasiado contaminado, si hablamos en términos de extensión. Ya que la mayor parte de este tipo de polución se localiza en las ciudades, fundamentalmente producido por los automóviles basados en los combustibles fósiles (gasolina y diesel).
Esto es algo realmente preocupante, ya que la mayoría de la población vive en las ciudades y la tendencia es que esta distribución aumente en los próximos años. Esto significa que también la mayoría de la población está expuesta a la contaminación ambiental.
Evidentemente, si queremos vivir en ciudades limpias y saludables, donde ni nosotros ni nuestros hijos respiremos aire cada vez más contaminado, deberíamos empezar a pensar en alguna solución. No hay más que hablar con los pediatras para enterarnos que las enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio y las alergias están aumentando exponencialmente, sobre todo entre los niños.
De todas formas, no hay nada mejor que ver cómo se ensucian las cortinas de hollín en las casas cercanas a las grandes vías de comunicación rodada.
La solución no es fácil, ni desde luego económica, pero sin duda necesaria.
El consumo excesivo de petróleo, además nos genera varios problemas estructurales muy importantes, como es la dependencia de los países productores de crudo, y por tanto de sus caprichos lo que nos sitúa en una situación estratégica débil en el contexto internacional. Además los vaivenes de los precios del barril impactan directamente en nuestro IPC, siendo este aspecto no controlable actualmente.
R-R-R (Reduce-Recicla-Reusa).
Pero ya está bien de quejarnos, ¿Qué se puede hacer?
Personalmente pienso que las soluciones que se plantean a largo plazo y basadas en las intenciones son claramente insuficientes y puede que pasado el tiempo, nos demos cuenta que han llegado tarde. Por lo que abogo por ser radicales en el planteamiento y en la solución.
Bajo mi punto de vista la solución pasaría por:
- Mejorar el transporte público desde las áreas metropolitanas de las ciudades y en la conexión dentro de ellas.
- Eliminar completamente los vehículos de combustión fósil de las ciudades.
- Implantar sistemas de uso de vehículos eléctricos, bien sean privados, públicos o alquiler (car sharing).
Hace unos meses, después de reflexionar sobre este tema, se me ocurrió la idea de lo que denominé «La teoría de la Membrana«. Que consistiría en cerrar el acceso de los vehículos de combustión a las ciudades de forma que todo el transporte se realizase mediante vehículos eléctricos no contaminantes.
La Teoría de la Membrana
Para ello, se deberían construir grandes aparcamientos en las zonas exteriores de las ciudades, que funcionarían a modo de intercambiadores, ya que si algún vehículo de combustión tradicional llegase desde las afueras, éste debería dejarse aparcado en los intercambiadores y sus usuarios podrían elegir diferentes opciones de movilidad; alquilar o compartir un vehículo eléctrico de una compañía privada, usar uno de su propiedad, usar una bicicleta o finalmente acceder al transporte público (también eléctrico).
La idea parece un poco radical en el planteamiento, pero hay arquitectos que están proponiendo soluciones similares para reducir el acceso de los vehículos a las ciudades (o esconderlos, por ejemplo hay una propuesta de enterrar el tráfico rodado en la Gran Vía de Madrid). Si bien en mi opinión son soluciones más políticamente correctas pero que no se enfrentan con decisión al problema.
La implantación de este sistema evidentemente choca con la necesidad de la renovación del parque automovilístico, sobre todo en tiempos de crisis como los que vivimos, y además hace surgir nuevos paradigmas en el comportamiento social, como:
- Privilegiar a los propietarios de vehículos eléctricos.
- Reordenar el aparcamiento dentro de las ciudades.
- Mejorar el transporte público.
- Facilitar el uso de la bicicleta.
Y algunos problemas, insalvables?
Técnicamente el modelo se puede implantar, económicamente también, sobre todo si funcionase realmente el mercado de los derechos de emisión de CO2. En cualquier caso es una cuestión de priorización en los Presupuestos Públicos.
Pero los mayores handicaps serían:
- Cambio de mentalidad del usuario; pasar de pensar en el coche como en un artículo de consumo a valorarlo como un servicio. Es decir, en vez de comprar o usar un coche, lo que hago es consumir un servicio de movilidad.
- Reconversión del parque automovilístico en muy poco tiempo.
- Reconversión de la industria del automóvil, que deberían abandonar la producción e investigación de vehículos de combustión interna e incluso los híbridos y centrarse en los eléctricos.
- Asunción por parte de las empresas petroleras que su rol ha cambiado y que el uso de combustibles fósiles debe disminuir hasta desaparecer por completo.
Y el más importante:
- Valor por parte de los políticos para implementar leyes y medidas que obliguen a los lobbies a hacer lo mejor para el planeta y no lo mejor para sus cuentas de resultados.
Es posible, si se quiere!
Si lo pensáis, el planteamiento de la solución es más o menos sencilla, el problema al que nos enfrentamos es básicamente político. Y al final, aunque no nos guste decirlo, los políticos son el reflejo de las necesidades de la sociedad. Por lo que el cambio se debe producir desde cada uno de los ciudadanos y se debe transmitir a los Gobiernos que nos gobiernan. El ejemplo de los países como Túnez y Egipto, nos dice que sí es posible cambiar si el pueblo lo quiere realmente.
Para finalizar también deberíamos hacer una reflexión sobre el uso de la energía eléctrica para los vehículos eléctricos; si para conseguirla tenemos que quemar más carbón o petróleo en las centrales térmicas, no habremos conseguido el resultado deseado. Por lo tanto es necesario otro modelo para la generación de energía y creo que comprarla a Francia de sus centrales nucleares no es el mejor camino.