La evolución de la formación como factor diferenciador en la búsqueda de empleo. ¿Hay que ser Supermán?

Con esta pregunta tan directa me gustaría reflexionar sobre el papel que tiene la formación en nuestros tiempos.

La falta de trabajo en los jóvenes recién titulados está provocando que éstos se focalicen en seguir formándose, alimentando así el mantra de «si tengo más formación tendré más posibilidad de encontrar empleo».

Personalmente estoy completamente de acuerdo con esta afirmación. Los gobiernos, sindicatos y empresarios también parecen estarlo, pero creo que hay que matizar:

Como todo el mundo piensa igual, se está produciendo un efecto que podríamos llamar de bola de nieve, que hace que ya no sea suficiente con estudiar un máster, ya que todos lo tienen, sino que ahora es necesario buscar el punto diferenciador.

Al igual que cuando una empresa decide realizar un Plan Estratégico e intenta buscar cómo diferenciarse de la competencia para que el usuario perciba que su producto es diferente al del resto y así tenga más posibilidades de venderlo, en el ámbito personal-laboral, también se produce este fenómeno; hay que ser diferente al resto. Esto está muy relacionado con el concepto de «marca personal» y con el hecho de que para cualquier oferta de trabajo se presentan tantos candidatos que el seleccionador tiene que desechar a múltiples candidatos sin prácticamente leer su curriculum.

Competitividad en estado puro.

Y si lo orientamos esta diferenciación al ámbito de la formación, desde luego que se aplica el prefecto; si todo el mundo tiene una carrera universitaria, el tenerla ya no es garantía de éxito en al búsqueda de empleo. Entonces habrá que hacer un máster. Pero si todo el mundo ya tiene un máster, habrá que hacer algo más.

Igual sucede con los idiomas; si hace unos pocos años, hablar inglés era algo diferenciador, ahora mismo la situación está evolucionando, de forma que esto sea un «must«, en vez de un valor añadido. Incluso se oyen a especialistas en la gestión laboral afirmando que lo que realmente genera valor añadido en el campo de los idiomas ya no es dominar uno estándar como el inglés (ya se da por supuesto) sino hablar uno especial, noruego, finlandés, turco,.. esto sí marca la diferencia sobre todo en un mundo global donde tanto la empresa contratadora como sus clientes pueden pertenecer a un país donde se hable uno de estos idiomas menos comunes. Así, el mero hecho de hablarlo sería un plus casi imbatible.

¿Cuál es el perfil ideal?

Ahora mismo, el perfil mínimo de un profesional que busca trabajo debería ser universitario, con máster y con idiomas (al menos inglés), pero como hemos dicho esto es el mínimo.

Así, podríamos definir otro tipo de perfil; el perfil diferenciador: Universitario en una universidad de prestigio (si puede ser extranjera), uno o dos másters (un MBA y otro especializado sectorial), cursos de especialista en el tema que se trate y alto dominio de inglés y al menos nivel de conversación en otro par más.

La verdad es que para conseguir todo esto, hacerlo a una edad temprana (para no vivir con nuestros padres al superar los 30? o los 40?), parece que hacen falta muchas cosas; básicamente dinero y/o gran talento. Aspectos que no están al alcance de todos.

Desde luego estoy hablando en un mercado laboral «blanco», es decir donde las influencias no marquen la contratación. Si bien es cierto que las estadísticas nos dicen que la mayoría de contrataciones se realizan por referencias.

¿Y cuándo trabajo?

Si se consigue alcanzar todo esto, seguro que hemos tenido que dedicar mucho tiempo y por tanto probablemente no tengamos experiencia. Si esta situación se sistematiza y se alarga en el tiempo, la entrada al mercado laboral de los jóvenes en puestos de responsabildiad media o alta, en general, se va a retrasar, de forma que si comparamos esta posible situación con la de años anteriores, veremos que si la formación será más completa, la experiencia en cómo aplicar estos conocimientos será menor. Anteriormente se producía lo contrario; en un mercado laboral dinámico se empieza a trabajar con la formación justa y el desarrollo profesional se basa en la experiencia y en la formación paralela.

¿Qué situación es mejor?

El tiempo lo dirá, personalmente opino que en el punto medio está la virtud; no está de más mejorar la formación de entrada al mundo laboral, pero a partir de aquí, la formación es más efectiva cuando se realiza ésta desde la perspectiva y la experiencia del trabajo del día a día. Sin olvidar desde luego esa famosa frase de «se sabe cuando se empieza a estudiar, pero nunca se acaba«.

Como conclusión, diré que hoy en día hay que ser un poco supermán para conseguir un buen trabajo, y lo que antes era un extra, ahora es un mínimo.

Si esto sigue así, el aspecto más diferenciador no será la formación, sino… la experiencia; así que habrá que prepararse para ser carne de becario, pasantías varias o simplemente trabajar gratis o pagando…

Finalmente hay un aspecto que no hemos hablado en este artículo, y son la cualidades personales de cada uno. Sobre todo la aptitud hacia el trabajo, la responsabilidad, la capacidad de sacrificio, honestidad,… cualidades todas ellas fundamentales. Pero, aunque las tengas, si tu currículum no tiene el perfil adecuado, no te llamarán y por lo tanto no podrás demostrarlo.