Ante los retos y el entorno cambiante, la capacidad que pueden disponer las empresas y organizaciones para identificar oportunidades y materializarlas, es una de las claves, ya no para la obtención de beneficios, sino incluso para su supervivencia. De hecho, nos gusta hablar de un concepto: proyectización que incluye diferentes aspectos y que remarca la actitud y las habilidades necesarias para desarrollar las iniciativas eficientemente.
Harold Kerzner, gurú americano de la gestión de proyectos, ya por el año 2000 apuntaba a que la clave de la supervivencia de muchas organizaciones se basaría en cómo de rápido y de eficiente fuesen capaces de desarrollar sus productos e introducirlos en el mercado.
¿En qué consiste el éxito de un proyecto?
Tanto es así, que no es suficiente con ser capaces de crear un producto o servicio, sino que, además de poder hacerlo en el momento adecuado, éste debe ser capaz de cubrir la necesidad, resolver el problema o aprovechar la oportunidad para la cuál se decidió gastar recursos.
De forma que el concepto de éxito tiene diferentes aristas:
- Éxito en la entrega del producto/servicio: Si somos capaces de desarrollar la solución con las características y el alcance planificado, así como en el tiempo y dentro de los costes aprobados.
- Éxito desde la perspectiva del cliente: alcanzando solo el éxito en el desempeño del trabajo no se asegura cubrir las necesidades del cliente, por lo que, desde su punto de vista, el resultado debe servirle y permitirle obtener los beneficios esperados.
- Éxito desde la perspectiva holística (360): El siguiente paso es reconocer que los proyectos afectan a la sociedad y a diferentes stakeholders, por lo que al valorar el éxito de un proyecto, también tenemos que tener en cuenta tanto las implicaciones sociales, medioambientales, éticas e incluso el impacto que haya tenido en el equipo que ha participado en el proyecto.
Lo expuesto anteriormente nos lleva a pensar que para valorar el éxito hay que pensar desde una perspectiva integradora, global y teniendo muy presente el impacto en los stakeholders.
En el siguiente esquema podemos ver estas interacciones:
Las 5 dimensiones de la proyectización
Teniendo esto en cuenta, cuando hablamos de proyectizar una organización, estamos creando una forma de afrontar los retos basada en la consecución del éxito de cada proyecto o iniciativa para alcanzar el éxito desde la perspectiva global e integradora comentada anteriormente.
Para ello, podemos identificar 5 dimensiones a tener en cuenta:
- Gestión basada en la obtención de los beneficios del proyecto (financieros o no) y en la creación de resultados.
- Focalización en las personas: reconocer la importancia de los agentes que afectan o se ven afectados por el proyecto y sus resultados y mantener una aptitud integradora y aumentar la comunicación. Desde el punto de vista del equipo, implica
- Concepto holístico de éxito.
- Excelencia en la gestión: tanto de los proyectos, aumentando las habilidades de los equipos y gestores y estableciendo metodologías y buenas prácticas, como en la gestión del porfolio de proyectos. Reconociendo que la gestión también tiene que ser global, no pudiendo obtener buenos resultados sin que la estrategia en la selección de las iniciativas no encaje con las buenas prácticas en la gestión individual de cada una. En resumen: aumentar el nivel de madurez.
- Cultura del cambio: la implementación de buenas prácticas y principios ágiles mejorar la capacidad de adaptación al entorno y a las nuevas necesidades del mercado.