Podemos crear un proyecto para conseguir crear un producto que solucione una necesidad de nuestro cliente o de nuestra organización, pero muchas veces decirlo es mucho más fácil que hacerlo, y de hecho, el no ser capaces de entender con claridad las necesidades o de no priorizarlas correctamente, puede hacer que nuestro proyecto fracase.
Algo que no se nos tiene que olvidar es que el equipo de proyecto debe estar focalizado en el cliente y en satisfacer la necesidad identificada, por lo que, sin duda tenemos que hacer un esfuerzo en ponernos en sus zapatos o ver la vida y sus necesidades según sus propios ojos.
Empatía y proactividad
Si pensamos, por tanto en las habilidades que queremos para nuestro equipo, la empatía -capacidad de ponernos en el lugar del otro- y la proactividad -no ser reactivos y esperar a que el cliente venga, sino que la iniciativa parte de nosotros mismos-, son dos de las más importantes. Realmente, y según mi experiencia, si nuestro equipo dispone de estas actitudes, gran parte del trabajo ya está hecho, y el uso de técnicas y herramientas como, como, por ejemplo el mapa de empatía o la definición de personas, no harán más que mejorar la situación. Por otra parte, en la dirección contraria no funciona. Es decir, si el equipo tiene las herramientas, pero no las habilidades,… mala cosa.
Mejor un enfoque ágil
De lo expuesto anteriormente, es fundamental para poder conseguir desarrollar una solución que de respuesta a las necesidades de nuestro cliente, conocer con detalle el contexto y entorno en el que usará dicha solución. De ahí, que la comunicación con el cliente y el construir relaciones de confianza, es fundamental.
Los principios ágiles son de mucha ayuda, tanto que diría que son indispensables e indiscutibles. Una vez conectemos con el cliente y vayamos seleccionando sus necesidades (podemos usar la técnica de Historias de Usuario), hay que asegurarnos que hemos entendido la prioridad de cada una de ellas. Lo que reflejará la percepción del valor de los requisitos para el cliente. De hecho, esta priorización la podría realizar cualquiera, pero no tendría ninguna función a no ser que estuviera consensuada y aprobada con el cliente y con quienes tienes que usar el resultado (o sus representantes).
Paso a paso, poco a poco
Y así, una vez que tengamos una idea de los que hay que desarrollar, tenemos también que asegurarnos que, efectivamente, los productos que se están generando cubrirán las necesidades finales. Pero no debemos esperar al final. Si lo pensamos bien, estamos pasando del mundo de las ideas a la realidad, y esta transición no es evidente, y lo que pensamos -en nuestra cabeza- que puede funcionar, quizás al poder verlo y tocarlo, no sea exactamente lo que necesitamos.
Las entregas periódicas y parciales de productos se nos antoja, por tanto, fundamental y necesario para ir asegurándonos que estamos entendiendo las necesidades del cliente y que estamos alineados perfectamente con ellas.
Resumiendo, nos estamos asegurando que vemos y entendemos el mundo a través de los ojos del cliente.