Hace algunos años, mientras cursaba un máster en Madrid decidí iniciar una aventura empresarial. Era un momento muy complicado, ya que estaba en medio de una dificilísima situación personal fruto del fallecimiento de mi madre casi coincidente en el tiempo con la ruptura de la relación de pareja con una mujer de la que estaba profundamente enamorado.
En ese momento, mi proyecto era una simple idea inicial, un esbozo de algo que no se podía llamar empresa, basada en 7 productos. Había poco más que unas pequeñas maquetas y unos dibujos. Corría el año 2007 y trabajaba como ejecutivo en Madrid. La empresa en la que trabajaba era pequeña, pero me daba trato directo con algunos de los principales investigadores en gestión empresarial y altos ejecutivos de las mayores empresas del país.
Una serie de cambios en la empresa, la situación familiar que no terminaba de estabilizarse, unido a mi poco aprecio por mi estilo de vida en Madrid me llevó a dejar, de una forma un poco traumática para mí, el trabajo que tenía.
Estaba exhausto mentalmente así que marché dos meses de viaje por Latinoamérica. Recorrí sólo la mitad del Amazonas, estuve en una misión, y viví muchas aventuras. Y volví a España. Era finales de agosto de 2008. Apenas había deshecho la maleta y me había vuelto a instalar –por poco tiempo, pensaba- en mi pueblo de Alicante, cuando ocurrió la caída de Lehman Brothers: la Gran Recesión ya estaba aquí.
Pese a los Premios Extraordinarios en mi currículum (tengo tres), las dos carreras, el máster y la especialización no conseguía encontrar trabajo.
Desde ese momento han pasado diez años. Aquella idea inicial, la semilla de una empresa, ha ido creciendo. A veces activándose, a veces estancándose, a veces siendo prioritaria, a veces no. Hoy está latente, en standby.
Durante estos años he vivido lo que significa emprender en España en base al desarrollo y comercialización de productos físicos, partiendo desde cero. Cuando digo desde cero es, casi literalmente, desde cero. Porque mi cuenta se quedó a cero –incluso en números negativos algunas veces- casi al inicio de este proceso. Digo casi literalmente porque es cierto que tenía algunos bienes y una casa familiar –vacía- en la que estar, además del apoyo de urgencia de mis familiares. Sí, ese casi, es mucho.
Sin trabajo, sin financiación, y sin posibilidad de vender activos a un precio que “te sirva” –creedme que lo intenté-, tal y como ocurría en mi situación al inicio de la crisis, conseguir una estructura estable de ingresos en base a una idea emprendedora, por ti solo, es una tarea a desarrollar en un plazo no inferior a 10 años. Por ello hay que elegir algo a lo que sepas que te vas a dedicar inevitablemente. Algo que forme parte de ti de una manera tan esencial que sepas que volverás a ello, con seguridad.
Seguramente tendrás que hacer que tu proyecto cohabite en tu día a día con otros trabajos remunerados como fue mi caso, y tus jornadas laborales serán superiores a 11-12 horas al día. Por pura nivelación de recursos, el proyecto se dilatará en el tiempo y disminuirá sus probabilidades de éxito. De ahí lo de los 10 años.
Estos plazos no deben asustarnos. En el aspecto emocional desarrollar un proyecto personal con el que estés identificado es lo más parecido a tener una vida profunda, plena, intensa y comprometida con tus valores.
En el aspecto más práctico, todo el trabajo que desarrolles para tu empresa te generará un intenso aprendizaje profesional que te será útil tanto si trabajas por cuenta propia como si lo haces por cuenta ajena. Es decir, si tu empresa no funciona todavía, los empleadores estarán encantados de tener a una persona en las filas de su empresa con la experiencia de un emprendedor. Sin ir más lejos, éste fue mi caso cuando fui contratado hace un año como Business Development Manager en PERSAX.
Para acortar ese plazo, sin duda demasiado extenso, habrá varios retos y dilemas a los que te tendrás que enfrentar. Aquí te cuento tres:
- Cada sector tiene “reglas internas” que son completamente irracionales, que no puedes aprenderlas usando la lógica y que no están en ningún libro. Pero “son así” y cuando “no eres nadie” en el sector no podrás cambiarlas. Aprenderlas “desde abajo” te llevará años, te costará mucho dinero no conocerlas, y cometerás muchos errores que te cerrarán muchas puertas y alejarán en el tiempo tu punto de equilibrio. Por lo que un factor clave de éxito es conseguir un socio/mentor que sea especialista en el sector. Ése debe ser uno de tus primeros retos.
- Deberás acostumbrarte a resolver problemas sin información suficiente y con información errónea o sesgada. Manejarás hojas de Excel que años después te darás cuenta de que contenían muchas lagunas, errores de bulto en los datos o asunciones de partida o incluso estimaciones que eran pura fantasía. Y te dirás a ti mismo/a, ¿cómo es posible que no me diera cuenta? Para que esto no ocurra deberás hacer un ejercicio doble, por un lado, tratar de buscar objetividad – que será difícil de compatibilizar con tu deseo de éxito del proyecto. Por otro, un fenómeno que a mí me resulta especialmente difícil de “perdonarme”: cuando trabajas en un proyecto emprendedor a veces no utilizas ni el 10% de las habilidades técnicas que has aprendido en la Universidad. La mayor parte de las veces no se hace por puro cansancio. Úsalas en toda su profundidad y extensión, ellas marcarán seguro una gran diferencia.
- Durante tu proceso tendrás que tomar una decisión. Pocos te hablarán de este dilema. Pero es importante. Tendrás que decidir hasta qué punto quieres “aprovecharte” de los demás o no. Así de crudo. Durante este tiempo he visto muchas empresas que han crecido sostenidas sobre becarios, sobre falsos autónomos, o sobre otro tipo de estrategias similares. Mi decisión fue no hacerlo. He visto empresas prosperar que sí lo han hecho. Incluso debo reconocer que he sido uno de esos becarios –infrapagado, pero pagado al menos. Si funciona, esta estrategia acorta los plazos. Es desagradable para algunos de nosotros constatar esto, pero cuando hablaba de objetividad en el punto anterior me refiero también a esto.
El próximo día 16 de noviembre, en el taller de Wolf Project De la Idea al Producto: taller de simulación y lecciones aprendidas en el desarrollo de empresa monoproducto contaré muchos más retos clave, lecciones que he aprendido en mi experiencia, datos y aventuras a las que un emprendedor se enfrenta en nuestro país, ahora en un entorno algo más favorable que el que yo enfrenté. Por tanto con más posibilidades de éxito.
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